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La asistencia sexual desde los ojos del asistente

La asistencia sexual viene a dar respuesta una emergencia social oculta pero real. Los seres humanos, sin importar su condición física, intelectual, sensorial y/o social, son seres sexuados desde que nacen hasta su muerte. Es parte esencial de la experiencia humana. Actualmente vivimos nuestra sexualidad con culpa, miedo y frustración. Por ello, la hemos limitado tanto en prácticas cómo en formas de relacionarse. Como consecuencia, quedan fuera del juego erótico muchas personas que, por su apariencia, movilidad, sensorialidad o estatus social, no entran en lo que consideramos sensual, erótico, atractivo etc. Como en el caso de la mayoría de las personas con diversidad funcional (discapacidad). La mayoría hemos conocido nuestros cuerpos y el contacto con otros cuerpos, a base de prueba y error (por falta de educación sexual adecuada). Las personas con diversidad funcional no tienen siquiera este tipo de oportunidades o son escasas.

Por ello, existen personas dispuestas a compartir momentos de intimidad con personas que no tienen la oportunidad (o lo tienen mucho más difícil que las demás) de experimentar el placer y de interactuar eróticamente. Esta es en forma resumida la labor de las personas asistentes sexuales. La empatía y la sensibilidad en la importancia de la sexualidad es lo que motiva a una persona ser asistente. Pero esto es solamente el primer paso.

Luego te encuentras con la realidad. Cuerpos diversos, funcionalidades muy distintas a lo que estamos acostumbradas, mundos emocionales de gran complejidad e historias de vida únicas. El choque de encontrarte piel con piel con lo desconocido te dura unos segundos. Enseguida te acostumbras y empiezas a sentirte cómoda en el contacto y en la vista de la diversidad en todos los aspectos. Esto es algo que te hace desestructurar todas tus creencias preestablecidas relacionadas con la sexualidad humana y te obliga a estar presente y atenta al cuerpo que tienes delante. Parece poca cosa, pero es la clave para disfrutar cualquier encuentro erótico (contigo misma o con otras personas). Y es algo que se cultiva. Presencia y escucha. Es una lección que ha cambiado mi vida sexual mucho más que cualquier formación y trabajo en tantra, terapia corporal y demás disciplinas en las que estoy formado.

Por el otro lado, inevitablemente entras en las vidas de las personas que acuden al recurso de la asistencia sexual. Pues la mayoría han tenido pocas o ninguna experiencia erótica. Esto carga los encuentros con una gran responsabilidad. Y es la parte que actualmente me motiva más que nada. Es como escribir en una tabula rasa (hoja en blanco). Es como poner la primera frase o el primer capítulo en la novela erótica individual de la persona. En mi caso, me encanta proponerles una erótica no coitocentrista. Basada en el placer, el cariño, el cuidado, la comunicación y la libertad real de cualquier práctica, mientras y cuando esté consensuada. Tratar con respeto y responsabilidad estos casos, es esencial. Poder introducir en sus cuerpos propuestas de contacto menos restrictivas, es magia.

Todas las personas necesitamos el contacto erótico consciente y todas buscamos la satisfacción en nuestras relaciones. Mi experiencia como asistente sexual me hizo mejor persona, mejor amante y me enseño lo importante que es incluir la diversidad en todos los sentidos, en nuestras sexualidades, propias o compartidas.

Gracias a todas las personas que me eligieron para acompañarles en este aspecto.

Dimitri

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